24.12.11

Al filo de la garra.

Uno de los hechos inadmisibles es saber que la tierra, el universo, el compendio de seres y planetas en el espacio, posiblemente están dominados por fuerzas secretas, inexplicables de todo caso. Plantear una teoría que de original no tiene ni los 2000 años es algo que carcome de a poco, en silencio. No encuentro las palabras exactas para describirla, tal vez, dado el caso que carece de todo sentido común o la falta de un diccionario, lo que venga primero.

Pero, díganme, nadie creyó en los expedientes X pero ahora resulta que es todo un clásico de imaginaciones exaltadas, nadie creyó en el incidente ovni de Roswell pero generó una incipiente paranoia, nadie creyó en el Area 51 pero lo encontré en Google con un resultado de 1-14,123. Estas analogías de estudios a fondo, hicieron que me percatara que no todo está perdido, que puedo ser una agente secreta de la CIA y que, por lo tanto, crear teorías que salgan de los limites de lo verosímil.

Siguiendo con la linea del planteamiento empirico-cientifico-ezquizofrenico (Oh, gran sorpresa), he descubierto una conspiración que ha pasado ante los ojos de una humanidad que ignoraba tal acontecimiento (y que también me ha echo percatarme de lo absurdo de alargar una oración con contenido redundante, sin raciocinio e importancia).

A qué viene todo esto: 

El asunto es el siguiente: cierta mañana de abril, haciame una linda caminata hacia mi casa; el tiempo era el ideal, las flores me abastecían con su inesquivable fragancia cuando de pronto lo impensable, lo inimaginable, lo que Nostradamus nunca pudo haber clarivenciado. Un gato y su pata izada hilvanaron mi pensamiento teórico y me incluyeron en el descubrimiento de una conspiración originada en China. El asunto estaba claro, las pruebas eran fervientes; era imposible que volteara la cabeza sin que mis ojos chocaran con la espeluznante imagen de un gato feliz y algo amanerado.

Me he preguntado, desde entonces, si la gente es demasiado desgraciada y supersitisiosa para
recurrir a estos artilugios o simplemente es el resultado del control social que
ejercen esos aparatosos gatos hipnóticos.


Fue entonces cuando huí, salí corriendo de ahí, de aquellos gatos que parecían celebrar la vida al füher. 

Al llegar a mi casa y realizar una fatigosa búsqueda por lo caminos de la Internet, la locura. Encontré que varios vienen en forma de accesible deglución, imagino que para lograr un dominio mucho más eficaz: 




También, se han documentado algunos casos donde han cobrado vida; cuídese de no tener al enemigo en casa.






Conclusión: 


Me he prometido nunca volver a barrios con pinta china.