30.11.11

El tamaño sí importa. O no.

Como toda persona en vías de la intelectualidad he decidido consagrarme con una teoría, con su respectivo planteamiento del problema,  observación, elaboración de la hipótesis, experimentación y conclusiones. Así como le gustaban a Newton y posiblemente a Einstein. Pero nadie lo sabe o al menos yo, por la incomprensibilidad del entramado de párrafos de la teoría de la relatividad y sus ambigüedades con respecto a la realidad de la vida diaria. Cosa que me pone en aprietos filo-científico-existenciales, dónde la relatividad es absoluta y uno ya no sabe dónde poner la cabeza de tanta contradicción. Tal vez, mis frustaciones relativistas se desencadenden de las dos primeras lineas que logro leer con respecto a la tal teoría, y es ahí, y es entonces, cuando me encuentro con palabras tales como Weltlinie, o bien, "El vector tangente a esta curva es un vector temporal llamado cuadrivelocidad, el producto de este vector por la masa en reposo de la partícula es precisamente el cuadrimomento", palabras para cualquiera, pero angustias intraducibles para mí que tiendo a pesar cada letra. 

Dejando lo anterior claro y siguiendo con la linea de la lógica, que me obliga a orillarme al razonamiento con amenzas infundadas en multas de parte de alguna organización encargada de la congruencia. he pensado que el éxito que por lo que sigue, indiscutible, se fundamenta  en que el bueno de Einstein haya  creado palabras que hasta ese momento Larousse ni idea. Lo previo, me ha puesto en la penosa tarea de verme tentada a realizar idéntica acción, pero como aquí entra Buda; y la humildad; y que el éxito; y que no; y que el Nobel; me abstuve considerablemente de hacerlo. 

El argumento de mi teoría consiste en evaluar a la vida cultural y sus preceptos de discriminación con respecto al sexo femenino y las reacciones sobre si la longitud del cabello te hace más o menos mujer. 

Esto, me llevó a observar muy de cerca a mis congéneres y sus conservadurismo correspondiente al largo promedio de cabello en una joven. De esta manera, mi cabello fue reducido al estilo Garçon de mi mejor conveniencia, todo fuera en nombre de la ciencia. Recayeron múltiples criticas, para mi incomprensibles, ya que la mayor parte del tiempo mi pelo era asido con una coleta luego de que tomara forma de una rosquilla melenuda, que muy coloquialmente conocemos con el nombre de "chongo". Por consiguiente, el largo de mi cabello era inadivinable, pero las personas parecían caer en un especie de consuelo al divisar mi rosquilla melenuda y concluir que tenia el suficiente cabello como para elaborarla y como ulterior, la aceptación social.

Y como universalmente, todo es relativo. Hasta el cabello, mi conclusión es que convivo con detritos ambulantes envueltos en birria. Nada nuevo, a mi parecer, pero que necesitaban fundamentación de índole método-científica facilitadas por los tocinos del mundo. 


Como notas de observación: me parece que Discovery Channel debería reforzar los temas de Einstein. Para la conveniencia del mundo y de mi cabello. 

El misterioso caso del joven de la bufanda a rayas.

Pues que es un desperdicio de hombre. Una pena.

28.11.11

Soliloquios.

Tal vez, si supieras conducirte, pero no. ¿Qué? una aventura, claro, una aventura. ¿Sabés en que clase de país vivimos, cierto? Esto no es un cuento de Peter Pan. Qué dejes de sonreír. Te miran raro ¿cómo no van a mirarte raro? Te dije que no te subieras, que no estabas segura. Ni siquiera comprobaste si está era la camioneta. Feminista de papel. Mujer que se cree independiente ¿por qué no preguntas, carajo? Esto no es ningún dejarse llevar y ya; bájate en la primera parada que te parezca conocida. ¿Y esto? ¿Dónde estamos, pedazo de alcornoque? nos perdiste, cojonuda ¿qué te dije? ¿qué te dije? O preguntas, o lloras aclamando a tu mamá, pero hace algo, gaznápira. Bájate aquí, aquí y preguntas, y caminas. Pero bájate, estúpida. ¡Que te bajes! malparida ¿adónde pensás llegar? ¿a un lugar de mala muerte? idiota. ¿Esa será tu aventurita? hija de tantas. Ah, conque aquí está ese estúpido lugar, ya sabés, para cuando necesites venir aquí. Pero pone atención, taruga. Decile a esa señora que nos quite el brazo de encima, que por eso hay dos asientos. Ni si quiera para eso servís, ni te escuchó la mujerzota esa. Mentecata obstinada, bájate cuando el señor de azul lo haga. Mirá, qué ya todos se levantan. ¿Servidos? ¿aquí? ¿ya viste lo que hiciste, imbécil? ni idea. Pero vamos, vamos, seguí al de azul. Esperá, esperá, no estamos yendo por el lado correcto, preguntá, preguntá, a ese de ahí. ¿Lo ves? Era en dirección opuesta. Pero que horrible lugar, ¿no te lo dije, dunda?. Pero, ¿qué haces, tarada? ¿otra vez? ni siquiera viste el número, ¿acaso vos no aprendes? pero bueno, ya no estamos ahí. ¿Y ahora qué? ¿pensás no preguntar? ¿qué pasé exactamente lo anterior, de nuevo? ¡Sos miope, imbécil! deja de tratar de ver direcciones. ¿Qué no ves que no miras? ¿Esperas un milagrito de los santos de la visión o qué? lerda. Pero...ya, ya, tranquila, conocemos esto. Vamos bien, pendeja, Vamos bájate aquí, que ya sabes exactamente lo que tenés que hacer. Muy bien, muy bien, así se hace, mi merluza de algodón. ¡Que emocionante todo eso! Deberíamos hacerlo más seguido. Pero que bien nos sentó ese paseito de medio día, eh. 

-Si fuese mi cerebro, también entraría en un estado de exaltación e irritación inquebrantables. 
Recuerden no abordar buses urbanos con la clasificación 101, sin la previa autorización parental. 
Buenas noches.


23.11.11

¡Baja los codos de la mesa!


La pregunta metafísica acerca de la colocación de los codos sobre la mesa me ha venido persiguiendo desde que mi uso de razón se hizo presente. ¿Por qué es de mala educación subir los codos a la mesa? Siempre me ha parecido que los codos son la parte del cuerpo peor discriminada sin un fundamento especifico.

Y como me he señalado  la antítesis de los convencionalismos sociales, los codos me hicieron presente esa pregunta, en un grito de ayuda huyendo de la presión social que los enclaustra bajo la posición oscura de la mesa presenciando quién sabe qué cosa.

Buscando respuestas a mis cuestionamientos, consulté a la sabiduría materna sobre el problema meso-codal. Su respuesta, simple y corta, me puso en qué pensar: Es de mala educación.

Buscando soluciones a mis controversias, consulté en códigos de ética social sobre la contrariedad educativa que me atañía. La respuesta, también, simple y corta, agregó más pensamientos a los que ya estaban consolidados: Es una infamia contra toda norma ética.

La resolución, pues, era un axioma tan presente como la pregunta misma, nadie sabe el porqué.

Haciendo mi mente divagar, me hice la segunda pregunta derivada de mi gran cuestionamiento, ¿qué haría a los hombres de antaño crear una norma de tal naturaleza? mis hipótesis pues, incluyen guerras, discusiones y hasta el posible origen de la obra Romeo y Julieta.

Nada de lo anterior ha causado en mí, un asombro. Al creer que todas las respuestas para todas las preguntas formuladas, están contestadas, la evolución a deseleccionado de su estructura el cuestionamiento humano del que estaban dotados los filósofos antiguos. O simplemente es la idiotez humana dejándose guiar por prejuicios.

Lo que no puedo negar es que si el yugo de los codos sobre la mesa no dejara a estos aproximarse a la superficie de aquella, no seriamos mucho de los somos:

¿Sería posible imaginar una vida sin que el romance desmedido acompañara a esas noches candentes de velas donde el amor y la pasión van desenmascarándose de a poco a través de una superficie de madera?

O bien, ¿una vida dónde la decisiones politicas y económicas de índole global se viesen impedidas por la incomodidad que provca la represión de prejuicios sociales acrecentando el enublecimiento del panorama mundial ?

Y qué tal. Un mundo donde nuestra inconformidad no fuese expresada abiertamente, donde nuestra tristeza fuese interpelada por un código de ética de doscientas hojas sin fundamento alguno.

"Toda rebelión empieza con los codos sobre la mesa." -Diría un sabio, pero lo digo yo.

Ahora, contestese: ¿Se atrevería a subir los codos a la mesa?
Medítelo.

Muy ponto, las manos se rebelarán en contra de los cubiertos, espérelo.

22.11.11

Remaches de Idiota filósofa I

El mundo me parece un lugar indigno para matar moscas.

La divisas, te acercas sigilosamente ante la indefensidad de la mosca, abstraída de su realidad inmediata, y que de una manotada, ¡zaz! acabas con su aludida vida.

El sonido, el estruendo, todo el escándalo es más grande que el tamaño propio de la mosca.

Es por eso; las leyes de la física de este mundo le hacen justicia a la victima mosquífera de una manera vulgar e inadecuada

Ahora, pensemos todos en el cielo de las moscas y lo oloroso de su reino.

QEDP.